El ensayo, tips

Un ensayo es un tipo de texto escrito en prosa en el cual se desarrollan ideas acerca de alguna cuestión, generalmente con un matiz argumentativo, y también es el nombre del género literario al que pertenecen estos escritos. A los autores que habitualmente publican ensayos se los llama ensayistas.

Asimismo, un ensayo es una prueba para evaluar una hipótesis o simplemente el desempeño de algo: así, por ejemplo, se habla de ensayo de resistencia de materiales cuando diferentes materiales se someten a presiones o tensiones, para ver si se rompen o se deforman, esto es muy importante cuando se piensa incluir ese material en la elaboración de un producto o en una obra de ingeniería.

Una tercera acepción de esta palabra refiere a la representación o ejecución de una obra de teatro o musical antes de presentarla al público, a los fines de corroborar que todo transcurre correctamente y de acuerdo a lo previsto en términos de sonido, iluminación, intervención de los actores o músicos, etc. Es fundamental, por tanto, que en los ensayos de espectáculos estén presentes al menos el director de la puesta en escena, y también, en lo posible, deben estar los encargados de la iluminación, del sonido, del vestuario y de todos aquellos rubros que hacen a la calidad final de la obra representada.

Características de un ensayo literario

Es breve. Aunque esto es algo elástico, en general un ensayo se desarrolla en no más de 5 cuartillas.
Es unitario. Debe contar con un único tema central, que constituye el eje del texto.
Es personal. El autor siempre expone su interpretación personal sobre un tema, al que le ha dedicado tiempo de investigación y análisis.
Es riguroso. El autor debe otorgarle rigor a su análisis; para ello debe ajustarse estrictamente a la verdad y no omitir información alguna, ya que si bien es siempre personal, un ensayo no puede resultar francamente tendencioso.
De tono libre. A pesar de lo señalado anteriormente, un ensayo no académico puede tener una orientación discursiva libre, es decir, puede subyacer al análisis una exhortación, una condena o un elogio. El ensayo académico, por el contrario, evita este rasgo y trata de presentarse como objetivo.
Se estructura en tres partes centrales: introducción, desarrollo y conclusión. En la introducción se presenta el tema a tratar y se menciona el objetivo. A veces se explicitan bajo qué elementos metodológicos se hará el análisis. En el desarrollo es donde el autor expone sus ideas y opiniones con respecto al tema de manera detallada y con una secuencia lógica, que contribuya a la construcción del sentido global. En la conclusión el autor expresa su aporte final en la materia y cómo se conecta su contribución con la ya enunciado.
Puede ser de tipo filosófico o reflexivo o crítico. Los primeros desarrollan en general temas éticos o morales. Los segundos ponen bajo tela de juicio hechos e ideas, por lo que a su vez se agrupan en históricos, literarios, artísticos, sociológicos, etc.
Recurre a gran variedad de recursos discursivos. El ensayo a menudo recurre a la cita, la definición, la anécdota, el recuerdo, todos estos elementos que contribuyen a la argumentación pero que también pueden aportar al tono emoción, calidez, complicidad.
Utiliza un estilo elegante y ameno. El lenguaje es siempre cuidado, según el tema de que se trate será más o menos especializado, pero un ensayista avezado elige cuidadosamente cada palabra, tratando de mantener el profesionalismo y de captar al mismo tiempo la atención del público.
Cumplen un papel central los conectores. Los conectores ordenan el discurso y cooperan con el lector; los más usados en los ensayos son los temporales (ejemplos: al poco tiempo, años después), los de ordenamiento (ejemplos: a continuación, seguidamente, por último, en suma) y los de causa-efecto (ejemplo: por consiguiente, por lo tanto).

KGa

Fuente: Ensayo , Diez caracteristicas

La etapa de los caudillos

La llegada de Venustiano Carranza a la presidencia de la República significó el triunfo de un grupo de revolucionarios que sustituía a la vieja oligarquía porfiriana en el poder. Las tareas inmediatas del presidente consistían en pacificar el país y en crear las instituciones que dieran estabilidad política y económica al régimen emanado de la Revolución.

El asesinato del presidente Carranza, el 21 de mayo de 1920, no interrumpió el proceso revolucionario, sólo fue -dice el historiador Lorenzo Meyer– el procedimiento de acceso al poder para otros aspirantes, pues el proyecto de Carranza siguió vigente.

Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles

Los continuadores de la obra constitucionalista fueron los caudillos, es decir, aquellos personajes capaces de llevar -gracias a su prestigio ganado en la lucha revolucionaria- a cabo los postulados de la Revolución. Entre 1920 y 1934 el influjo personal de los presidentes Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles fue el núcleo sobre el que giraba la actividad política de México.

El poder de Obregón y Calles se basaba -más que en las instituciones- en su fuerte personalidad, en sus relaciones con los principales líderes -caudillos- del ejército y en el manejo estratégico de los dirigentes que manejaban a las organizaciones obreras. Correspondió a ellos crear el contexto para facilitar  una sucesión del poder en forma pacífica.

Álvaro Obregón

Durante el periodo presidencial –1920 a 1924– de Obregón se buscó disminuir el poder de los militares reorganizando el ejército. Se aumentó el número de jefaturas militares para restringir -y aislar- el poder de los generales. Gracias a esta medida -al menos en parte- el gobierno pudo sofocar la rebelión de Adolfo de la Huerta en 1923.

Por su parte, el presidente Calles tuvo que lidiar con las aspiraciones de Obregón de reelegirse para el periodo de 1928 a 1932. El Congreso modificó la Constitución para permitirle el acceso, nuevamente, al poder. Ya elegido presidente Obregón fue asesinado, por lo que se nombró a Emilio Portes Gil presidente provisional.

Al periodo de 1928 a 1934 se le conoce como Maximato, pues al morir Obregón, los partidarios de Calles decían que éste se convertía en el Jefe Máximo de la Revolución.

Uno de los actos trascendentales de Calles fue la creación del PNR, Partido Nacional Revolucionario, que agruparía a los revolucionarios para unificar voluntades. La creación del partido fue una respuesta para salir de la crisis en que cayó el país a raíz de la muerte de Obregón. En su último informe de gobierno Calles señaló que era necesaria la creación de una institución que permitiera al país salir de la etapa caudillista.

A pesar de estas medidas el proceso de la sucesión presidencial no estuvo exento de violencia, pues ocurrieron varias rebeliones que fueron sofocadas por el gobierno. El ascenso de Lázaro Cárdenas al poder, en 1934, fue determinante para acabar con el caudillismo.

Cárdenas se libró de la influencia de Calles y reorganizó el PNR dando forma a un nuevo partido que aglutinaba -alrededor de la figura presidencial, esto fue lo importante- en varios sectores a las fuerzas políticas de México, así nació el PRI, o Partido Revolucionario Institucional.

FUENTE:La etapa de los caudillos

El caudillismo

El caudillismo es un fenómeno social y político surgido durante el siglo XIX en Latinoamérica. Consiste en la llegada en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en «el caudillo» la expresión de los intereses del conjunto y la capacidad para resolver los problemas comunes.

El caudillismo fue clave para la dictadura y luchas entre partidos políticos del siglo XIX. El poder de los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la provincia.
Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos de su historia republicana; en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras, represiones a la oposición y estancamiento económico y político, pero en otros canalizó las primeras modalidades democráticas y federales en las repúblicas latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo autónomo, frente a las expresiones políticas neocoloniales.

  1. Es un sistema basado en la combinación del parentesco, clientelismo y personalismo.
  2. Se le considera como una combinación de guerrero y patriota, como jefe regional y patrón.
  3. Se le caracteriza como una autoridad personal fuerte y “carismática”, con una perspicacia financiera y política, en donde muchos de los casos, una base terrateniente o comercial en una región especifica.
  4. Su ideología política no fue totalmente coherente pero buscaba preservar la estructura social de cierta forma conservadora.
  5. Este sistema político incluía una manipulación de las tradiciones hispánicas de patriarcado y de patronazgo, si que también incluía, por lo regular, la coerción, la violencia y la intimidación.
  6. El caudillismo es una forma de continuar en la tradición política, además de seguir con la construcción de un Estado personalista y autoritarista.
  7. Normalmente los oficiales criollos del ejército regular se transformaron en caudillos militares “salvadores de la soberanía nacional”.

FUENTES:

Caracteristicas del sistema politico mexicano

Caudillismo revolucionario

El caudillismo nace en la lucha de Independencia

Para Enrique Semo, este fenómeno es “negativo” en la historia de la nación ya que produce una relación cercana a la esclavitud

GUADALAJARA, JALISCO (15/AGO/2010).- A lo largo del siglo XIX y hasta entrado el siglo XX, en México prevaleció un fenómeno político y social: el caudillo. Era un líder carismático en quien se depositaba la confianza y la fuerza del pueblo, e incluso de la élite económica, gracias a su magnetismo personal. Sin embargo, a algunos se les acusó de héroes y a otros de tiranos.

Antes habrá que definir el término “caudillo”, el cual ofrece una variedad de imágenes y significados, como jefe, militar, terrateniente, político. La palabra deriva del latín “capitellum”, que significa “cabecilla”. Por su parte, la Real Academia Española define el fenómeno como “sistema de caudillaje o gobierno de un caudillo”. Es decir, es quien guía y manda a la gente de guerra o quien dirige algún gremio, comunidad o cuerpo. En otras palabras, el caudillo es un dirigente.

Durante el siglo XIX, la Corona española se refería a quienes se sublevaban en su contra como caudillos, de ahí que personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón y Vicente Guerrero acentuaran el carácter militar de esta figura, sin pasar inadvertido Antonio López de Santa Anna.

Un siglo después surge otra insurgencia rebelde que se levanta en armas en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, quien llevaba 30 años en el poder. En ese momento surgen personajes como  y el último caudillo del movimiento armado de 1910, Álvaro Obregón. Francisco I. Madero, Francisco Villa, Venustiano Carranza, Emiliano Zapata, los hermanos Jesús y Ricardo Flores Magón

“Con estos personajes me niego a usar el término caudillo y a usarlo como un parámetro sólo porque son representativos de la gente. Zapata es un caudillo comunitario campesino, y Villa no, es otra cosa, es un dirigente militar de los desarraigados; Santa Anna es el caudillo del imprevisto, un día es liberal, otro día es conservador y es el hombre que viene a salvar la situación de la nación, aunque no lo logra”, explica el historiador y escritor Paco Ignacio Taibo II, autor de Pancho Villa: una biografía narrativa.

Agrega que “Hidalgo es el hombre de la revuelta a ultranza desde el profundo mundo de la sociedad novohispana. Cada uno de ellos es una historia”.
El caudillo era tirano para la oposición política y guardián de la riqueza para la élite económica. También era jefe supremo para los soldados y héroe para el pueblo. Es evidente que el caudillo gozaba de una amplia aceptación popular.

Un claro ejemplo del acercamiento entre el caudillo y el pueblo se confirma con el caso de Antonio López de Santa Anna, quien tenía apoyo incondicional de la sociedad, sobre todo de los habitantes de su tierra natal Veracruz, donde se divertía con los habitantes de las localidades más próximas a la capital estatal y lo veían como a un gran paisano, “aunque estuviera en su terruño o en el destierro, fuera presidente o traidor”, señala el historiador Lucas Alaman en el libro Historia de Méjico.

Sobre dicho personaje expresa que “tenía conjunto de buenas y malas cualidades: talento natural, sin cultivo moral y literario; espíritu emprendedor, sin designio fijo ni objetivo determinado; energía y disposición para gobernar, oscurecida por graves defectos; acertado en los planes de una revolución o una campaña e infeliz en la dirección de batallas que nunca ganó, habiendo formado aventajados discípulos y tenido temerosos compañeros para llenar de calamidades a su patria, y pocos o ningunos cuando tenían que presentarse ante el cañón francés en Veracruz”.
Es decir, Santa Anna se sublevaba con facilidad en contra del poder existente y una vez en el poder, se ausentaba de la oficina presidencial.

“Como presidente era un fracaso total. Como general perdió casi todas sus batallas importantes. Como caudillo estaba siempre ahí cuando era llamado, pero frecuentemente ausente cuando era necesitado”, agrega Alaman.

Líderes en el siglo XX

El caudillismo arranca en México en 1810 y ha surgido cada que se debilita el poder en el país. Enrique Semo, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha señalado que contrario a lo que se supone, es un fenómeno “negativo” en la historia de la nación, ya que la relación del pueblo con este tipo de líderes es muy cercana a la esclavitud.

“Al caudillo se le otorga una dosis de poder muy grande, no limitada por los marcos democráticos ni regulada por algún otro enfoque”, afirma.
Por su parte, Paco Taibo II dice tener otro enfoque de los hechos y señala que “la Revolución Mexicana fue una guerra de fuerzas sociales diferentes, en la que terminó triunfando una de ellas, que representaba un modelo más conservador que el otro”.

Para Enrique Semo es indudable que cambiaron muchas cosas, y afirma que a la Revolución Mexicana como a otras en el mundo se les juzga de acuerdo a los beneficios que produjo después de culminada la revuelta.

“La gente que participa tiene expectativas de cambio mayores que las brindadas por esos movimientos. Entonces, si se juzga de acuerdo con las esperanzas de la gente que participó el veredicto, la lucha fracasó”.
Desde otro ángulo, considera que el movimiento armado de 1910 proporcionó una redistribución de la riqueza a través de la repartición de las tierras, con lo cual mejoraron las condiciones de vida del campesinado, que constituía el 85% de la población.

Bibliografía imprescindible sobre el caudillismo

-La edad de los caudillos. Un capítulo en la historia hispanoamericana, de Charles E. Chapman.
-Caudillos en hispanoamerica 1800-1850, de John Lynch
-Siglo de caudillos: Biografía política de México 1810-1910, de Enrique -Pancho Villa: una biografía narrativa, de Paco Ignacio Taibo II

FUENTE: El Informador

Migracion libanesa a Yucatan

La inmigración libanesa, y su descendencia, constituyen uno de los fenómenos sociales más reveladores del siglo XX en Yucatán. Los hombres y mujeres libaneses provenían de pueblos agrícolas, a menudo siendo analfabetas, pero con un temple que no solo subsanaba las carencias sino que daba para más.

Las causas de las migraciones libanesas son distintas de acuerdo al tiempo en que se realizan y a los pueblos de origen. Para aquel tiempo, un factor decisivo para que los habitantes de esta zona optaran por la inmigración fue la compleja situación política, económica y religiosa que desde mediados del siglo XIX se vivía en aquella parte del Medio Oriente: el momento en que comenzó a registrarse un significativo movimiento migratorio hacia América. En esta dinámica, el contingente más numeroso se dirigió a Estados Unidos, pero países como Brasil, Chile y Argentina, y zonas como América Central y el Caribe, también fueron receptores de un número importante de migrantes. Estos contingentes de familias de origen sirio y libanés, si bien tuvieron sus particularidades y especificidades, siguieron la misma tendencia de movilidad social, que estuvo acompañada con la formación de asociaciones que legitimaron su presencia en los países anfitriones.

En el caso mexicano, los puertos del Golfo fueron los puntos de entrada de estos grupos desde finales del siglo XIX. En la península yucateca, el entonces nuevo puerto de Progreso fue testigo de quienes arribaron con la esperanza de una vida mejor. Su llegada coincidió con una coyuntura particular: el inicio de la bonanza henequenera, resultado de la exportación de esta fibra que comenzaba a prestigiarse en los mercados internacionales y cuyo beneficio comenzaba a ser visible en lo que entonces se dio por llamar «el progreso». En este contexto, el desarrollo económico de Mérida, la ciudad capital, la convirtió en un polo de atracción en que los primeros libaneses se asentaron y comenzaron a trabajar en el comercio informal como buhoneros. Una actividad que al poco tiempo les permitió establecer pequeños negocios en torno a los mercados de esa región: el primer paso para el establecimiento de un comercio formal de mayor tamaño.

En su libro «De cómo los libaneses conquistaron la península de Yucatán. Migración, identidad étnica y cultura empresarial», Luis Alfonso Ramirez Carrillo, Así, el autor identifica cuatro etapas en el proceso migratorio en el sureste mexicano: la etapa formativa, que comienza a principios del porfiriato y se extiende hasta 1927. El periodo durante el cual los libaneses pioneros generaron los mecanismos para ganarse la vida y comenzaron a ocupar de manera escalonada nuevos espacios económicos, que demandaban cadenas de venta integradas. Esta situación generó una mutua dependencia a través del crédito y la cobranza; de esta manera, su endogamia contribuyó particularmente a la cohesión interna, y la colonia tuvo un referente espacial al crear un barrio propio en la capital yucateca.

Un segundo momento fue la etapa de consolidación, entre 1927 y 1950, y correspondió a la multiplicación de la primera generación nacida en México: se sumaron asentamientos de Campeche y de Chetumal, en Quintana Roo. En este periodo se puede constatar que los libaneses comerciaban en toda la península y que tenían una estratificación interna, que diferenciaba a las familias más ricas de las demás. El mantenimiento de la identidad étnica como estrategia les permitió no sólo subsistir, sino también acumular y capitalizar mediante el crédito, la confianza y la ayuda mutua. Sin embargo, la endogamia continuaba siendo una práctica común y apellidos como Macari, Xacur, Jorge, Mena y Rafful, entre otros, comenzaron a tener presencia importante en el ramo cordelero, ganadero, azucarero, lo mismo que en la lotería clandestina conocida como «bolita» y empresas camaroneras.

Ramírez ubica el tercer periodo o de integración, entre mediados del siglo XX y hasta 1990. En él se puede observar que la comunidad libanesa tuvo un avance notable que si bien les permitió incorporarse culturalmente a otros segmentos altos de la población yucateca, también favoreció cierto grado de disolución de la identidad étnica como grupo. En estos años, nuevas familias, como los Abraham y los Chapur se sumaron al grupo de los grandes empresarios a nivel regional, dedicados al comercio y el turismo en la Riviera Maya. La movilidad social de las nuevas generaciones, su socialización y su escolaridad creciente en esta etapa, facilitaron finalmente los matrimonios mixtos, con lo cual se completó el proceso de mestizaje e integración.

El autor señala como un cuarto momento el de asimilación, que va de 1990 a 2012. En estas poco más de dos décadas, distingue que las nuevas generaciones nacidas en estos años, al igual que sus padres, asimilaron los valores y conductas de la clase media y alta yucateca. Los procesos de transformación en la identidad empresarial y étnica concluyeron, al tiempo que la identificación como «paisanos» comenzó a ser sustituida por una que apelaba a un origen cultural más general y abstracto, en un proceso que algunos autores han denominado «libanismo».

Concluida la primera década del siglo XXI, Ramírez señala que la etnicidad libanesa forma parte ya más de las historias familiares que de su organización como grupo social, y es asimilada como un mito de origen relacionado con el esfuerzo, el trabajo y el éxito. Los apellidos comienzan a adquirir valor por sí mismos, por ser parte de una elite económica y política pujante. En estos últimos años, el reconocerse como de origen libanés ha dejado de ser una identidad exclusivista dentro de las pautas de interacción social, de cercanía privilegiada a un colectivo o trato solidario. Ahora es únicamente uno entre otros referentes identitarios.

FUENTES
1.-: Los libaneses en Yucatan, causa de la inmigracion

2.-http://www.scielo.org.mx/

La división entre las facciones revolucionarias

Las diferentes facciones o grupos, difícilmente coincidían en sus puntos de vista, por un lado Villa y su División del Norte se consideraban independientes de Venustiano Carranza respecto a sus movimientos militares, Zapata y el Ejército Libertador del Sur, no se subordinaron a Carranza.
Cada una de estas facciones si bien coincidían en que era necesario un cambio político y social en el país cada una tenía su propia perspectiva del mismo.
Los Zapatistas representaban las demandas tradicionales de las comunidades agrarias indígenas y campesinas que deseaban conservar sus tierras y sus formas de trabajo.
Villa y su División del Norte, que se integraba por campesinos y arrieros coincidía en el reparto de tierras propuesto por Zapata, pero no estaba de acuerdo en las formas en que debía realizarse dicho reparto. En las zonas que dominaba esta facción se realizó el reparto de tierras y se conformaron cooperativas populares para el desarrollo de la agricultura, ganadería y manufactura.
Carranza por su parte representaban los ideales de las clases medias agrarias y alguna urbanas, para esta facción lo mas importante era el restablecimiento del orden público constitucional de la nación.
La falta de acuerdo entre las facciones da origen a diversas rebeliones y manifestaciones en contra del incipiente gobierno.